6 programas se vieron alterados por demoras burocráticas en el alquiler del material de partituras (las respectivas obras fueron sustituidas por otras que no producen gastos de derechos de autor), 3 otros por otros motivos. Los concursos para los 15 cargos vacantes no fueron autorizados; las 2 giras proyectadas no fueron gestionadas. Una producción fue abortada por la indisponibilidad a corto plazo del Auditorio Nacional, igual que una de dos funciones previstas para un concierto con registro audiovisual. En general, la buena disposición de la orquesta para las producciones audiovisuales quedó mayormente desaprovechada, aunque el Palacio Libertad disponía de todo el equipamiento tecnológico y los profesionales necesarios para realizar los diferentes proyectos apuntados (últimamente, algunos sonidistas fueron afectados por la ola de despidos en el Estado).
Algunos huecos en la programación producidos por cancelaciones varias pudieron ser aprovechados con “laboratorios” y ensayos parciales.
Por cierto, desde una distancia objetiva, la Temporada 2024 se ve accidentada (ver letra roja en la fuente de referencia).
Los cargos vacantes fueron cubiertos por músicos contratados según las listas de “recomendados” de los últimos concursos o pruebas similares. La mayoría de los contratos son –contra reglamento– los internamente llamados “contratos basura” (sin seguro ni aportes previsionales ni obra social, mientras los honorarios estipulados representan +/- la mitad del monto del sueldo habitual en el rubro). Un dato poco registrado en el ámbito: los profesionales peor afectados por los vaivenes económicos e inflacionarios de las últimas décadas son los directores de orquesta: su remuneración está hoy entre la tercera y la décima parte de un honorario tipo de los años ’90(!). A esta altura, a los directores y solistas invitados no se les paga ni pasaje –ni siquiera cuando vienen de provincias argentinas– ni alojamiento.
El nombramiento de dos ganadores de concursos del 2023 no fue realizado en todo el año; a cada uno de los respectivos profesores músicos se les ofreció en el interín uno de los ya mencionados “contratos basura”.
El pago de todos los contratos (directores, solistas, suplentes y extras en la orquesta) demora entre 6 y 12 meses, quedando algunas liquidaciones pendientes.
A los profesores músicos estables se los despojó durante este año de algunos derechos laborales reglamentarios, a saber:
- la carrera (capacitación, cobro de grados y tramos);
- el cobro de títulos académicos (en nueve casos);
- la remuneración de actuaciones extraordinarias (pago demorado, en el mejor de los casos);
- las licencias artísticas con o sin goce de sueldo;
- un seguro de los instrumentos musicales aportados por los profesores músicos contra daño o hurto.
El trato institucional arriba descrito provoca inevitablemente una fuga de personal estable (últimamente, del solista A de Corno) y grandes dificultades de conseguir músicos independientes para las suplencias y las así llamadas “exigencias de partitura” (extras).
Por la disfuncionalidad de la burocracia de licitaciones en el Estado, es decir, por la demora o falta de pago a las editoriales del alquiler del material de partituras, aprox. ¾ partes del repertorio están fuera del alcance de la programación de la Sinfónica Nacional.
El Auditorio Nacional es el único recinto en el que la Sinfónica encuentra un ambiente laboral salubre para la ejecución de las obras con grandes orgánicos. Además, la orquesta tiene incuestionables méritos respecto del diseño arquitectónico del escenario de dicha sala, de comprobada funcionalidad para grandes orquestas. Sin embargo, se le niega su uso para la mayoría de los ensayos, aunque la sala esté desocupada. También se le niega en gran medida el uso de los vestuarios, aunque estén desocupados. Tampoco los directores y solistas invitados pueden contar con vestuarios en los horarios de ensayo (sólo en los horarios de los conciertos).
La sala de ensayo del tercer subsuelo, si bien ofrece el mismo diseño funcional de gradas que el escenario del Auditorio Nacional, es lumínica y acústicamente insalubre para los ensayos con grandes orgánicos orquestales.
Respecto de los conciertos, se perdió la cultura de proporcionar a los oyentes información sobre las composiciones ejecutadas (antes presente en los programas de mano, hoy teóricamente posible por el acceso vía QR a fuentes digitales). En general, la recepción del público en el recinto carece de señales de hospitalidad. La entrega de entradas es caótica, el ambiente es poco acogedor (p.ej., por falta de paseo y gastronomía) y la atención al público poco gentil.
Una nueva modalidad de control del “presentismo” que parece una reliquia del Siglo XIX, obliga a los profesores músicos perder todos los días en promedio 20 minutos esperando en la cola para firmar dos veces con bolígrafo una planilla con 5 columnas.
Los instrumentos musicales del patrimonio del Estado se encuentran en un estado lamentable de deterioro, insalubres para sus usuarios e insatisfactorios respecto de lo que se pueda sacar musicalmente de ellos. Los pedidos de renovación del stock de grandes instrumentos (principalmente, timbales, arpas y contrafagot) siguen desatendidos.
El gran órgano Klais del Auditorio Nacional, instalado en 2015, después de años de falta de mantenimiento y, quizás, por los efectos del descuido del clima ambiental de la sala, parece haber quedado ya demasiado deteriorado como para poder ser habilitado para el concierto del final de la temporada (Requiem de Guerra, de Benjamin Britten).
El Centro de Documentación de los Elencos Estables aún no obtuvo el suficiente espacio de almacenamiento de contenidos digitales para poner ordenadamente a salvo a todos sus hallazgos y fuentes. Además, sus encargados siguen remunerados muy por debajo de su rango profesional.
En 2023 tuvo lugar un cambio generacional de la orquesta, mediante los habituales rigurosos concursos internacionales de oposición y antecedentes para los cargos vacantes. 35 estupendos músicos jóvenes lograron entrar a la orquesta. El espíritu artístico del conjunto parece inquebrantable. En los conciertos, la sala suele estar colmada y el público suele romper en ovaciones frenéticas.
A pesar de los mencionados contratiempos
en la contratación de directores invitados, se logró conseguir la colaboración
de algunos grandes artistas. La orquesta seguirá su rumbo de explorar en
profundidad el repertorio de su género, favoreciendo para registros
audiovisuales el acervo de las grandes obras sinfónicas de compositores
argentinos (ver proyecto de la
programación 2025 y su fundamentación).
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