sábado, 2 de julio de 2022

Sobre la importancia de un buen “armado” de la orquesta

Las experiencias de cinco años del uso del escenario de la “Ballena” del CCK

    Para el rendimiento de un gran barco de vela es de crucial importancia que todas las velas estén perfectamente orientadas, tanto en relación al viento como entre ellas.
    El armado de una orquesta debería ser organizado con el mismo rigor. Cualquier descuido, incluso en detalles, le sacaría al conjunto durante la ejecución “el viento de las velas”.
    En tal sentido, el armado de orgánicos de orquesta tiene sus implicancias incluso espirituales.
    Aquí algunos factores generales:

La imagen
    En la época de oro del disco de pasta se mantuvo por un tiempo el error de que la música sea solo para escuchar. No es así. La actuación de una gran orquesta es fascinante de escuchar y de ver. Este factor salta especialmente a la vista en los videos de conciertos sinfónicos que se encuentra hoy en día en Internet y que tienen un asombroso nivel de realización.
    Una partitura sinfónica es una escritura de múltiples estímulos que suelen desarrollarse bajo signos de muy severa organización. La buena organización y armonía (en un sentido más amplio que la armonía de las tonalidades musicales) tiene que regir también en la imagen de la orquesta sobre el escenario, para dar un marco digno a la ejecución.
    Pero no solamente el público recibirá una coherencia de estímulos entre lo visual y lo audible. A su vez, los ejecutantes se sienten parte de una imagen: contenidos por un armado puesto inteligentemente... o molestos, desamparados y confundidos por uno que esté puesto sin cuidado.

Ejes visuales
    Por razones obvias, un buen armado tiene que garantizar una buena visión al director y al concertino, desde todas las plazas de ejecutante.

Lo ergonómico
    Tiene que ser garantizado el espacio “personal” suficiente para todos los movimientos corporales inherentes a la ejecución: que haya ‘libertad de codos’, ningún peligro de chocar con paredes, barandas u otros ejecutantes, etc.

Protección auditiva
    La protección auditiva es dos cosas: reglamentada por ley e imposible de cumplir en una gran orquesta.
   Armar con distancias prudentes es clave. Los esquemas más comunes observan sobre todo una clara separación de áreas de metales y percusión respecto de otras familias de instrumentos. Aquí vale la máxima de que aquellos deberían aprovechar cada metro cuadrado hacia el fondo del escenario.

La partitura
    El director musical dispone las familias de instrumentos en las áreas que mejor permiten la comunicación entre los ejecutantes y la realización de las vinculaciones sonoras y temáticas internas de la obra.

Preparando una producción
    El Departamento técnico de la Orquesta Sinfónica Nacional dispone de un software que permite hacer simulacros de diferentes orgánicos en 2D. Se recomienda que, entre técnicos y directores artísticos, experimenten con las maquetas, y definan e impriman el mapa de cada orgánico antes del primer ensayo, ya que la experimentación en el campo, con el inevitable desplazamiento de utilería, suela causar más problemas que soluciones.


Algunos puntos concretos sobre el armado de diferentes orgánicos orquestales en la Ballena

La disposición de émbolos, sillas, atriles y familias de instrumentos
- La puesta ideal de una gran orquesta en la Ballena no existe; faltaría una última (7ª) fila semicircular central.
- El armado en semicírculos concéntricos y parejos es hoy el esquema más usado en el mundo. El escalonamiento tiene el fin de optimizar la mirada de todos al director, sin obstáculos. Generalmente, los atriles tienen que estar puestos en el escalón más bajo lindante respecto de las sillas vinculadas, es decir, directamente delante de la grada de las sillas, NO sobre ella en el mismo nivel de las mismas. Excepción: la sexta grada central y los rincones (7a grada), eventualmente también la sexta grada lateral. La excepción vale para los arpas, metales y los instrumentos de percusión, timbales, etc., que se encuentren en estas ubicaciones. 
- Encontrar una solución que concilie las diferentes demandas de los músicos o de diferentes familias de instrumentos (mayormente inspiradas por el deseo de protección auditiva) es un rompecabezas. Hacer caso a reclamos individuales siempre cambia el cuadro integral y puede desfavorecer a otros actores. Siempre hay que evaluar la totalidad y, a la vez, respetar prioridades.
- Las medidas espaciales son calibradas para una comodidad ergonómica del armado en 6 semicírculos, más un séptimo en los rincones traseros.
- En ‘planta baja’ caben dos semicírculos: el primero con los 4 atriles de los solistas de cuerda, con justa comodidad para liderar a sus anchas; el segundo son 6 atriles de la misma cuerda, en la distribución conveniente (en el tercer semicírculo entran 8 atriles).
- Conviene evitar que aparezcan instrumentos de alto impacto sonoro (metales y percusión) en los semicírculos 1 a 5.
- Convendría poner metales y percusión en una sola fila semicircular (la última, por ser la más profunda, o sea: 6 o 7). Si no es posible habría que tratar de proveer un espacio despejado ante el cono sonoro de las dobles filas de metales.
- Un factor clave de protección auditiva es la distancia. Las mamparas no sirven mucho. Eventualmente protegen un poco a uno mientras empeoran la condición para otro.
- Según costumbres internacionalmente observables, una sucesión de 5 atriles de violines hacia el flanco es legítima (en casos excepcionales ponen también 6). Los contrabajos tienen menos problemas con la distancia porque tienen mejor ‘supervisión’ del terreno por la altura de sus sillas, y sus partes están menos cargadas de notas.
- Los primeros violines necesitan un cuidado especial por tocar más notas y pasajes complicados en registros altos donde el control auditivo tiene que compensar la mayor dificultad de encontrar las notas correctas por ‘caída cómoda’ de la mano. Lamentablemente, los daños auditivos suelen empezar en los registros altos.
- Por lo antedicho resulta imperativo evitar la ubicación de cornos en sucesión lateral más o menos directa con atriles de primeros violines.
- A partir del tercer atril en ‘planta baja’ se dificulta la mirada hacia la batuta; por eso se busca elevar las plataformas a partir del 3° semicírculo.

La iluminación
- La iluminación tiene que ser cenital (o casi cenital) y FUERTE, porque el ángulo de la caída de la luz sobre los atriles de música, que se encuentran normalmente en posición casi vertical, es desfavorable. Con una intensidad de luz “normal”, al ojo del lector de partituras le cuesta más enfocar la escritura, con las consecuentes fallas de lectura (que se convierten en pifiadas sonoras), y un cansancio rápido del ejecutante.
- Las luces fuertes que barren el escenario en líneas diagonales siempre encandilarán a alguien.
- Convendría contar con artefactos lumínicos que no se calienten. Las alteraciones de temperatura y de humedad del ambiente, que pueden ser consecuencia de luces calientes, podrían dañar gravemente a los instrumentos.
- El director tiene que ser visible en un campo de luz de intensidad alta y parecida a la iluminación de la música sobre los atriles, porque si no el ojo del ejecutante no puede compensar el contraste entre su atril y el podio del director, de forma que el gesto del mismo –en un campo de media sombra– se torna menos perceptible.



 

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