lunes, 4 de febrero de 2019

La sala de concierto es el instrumento musical de la orquesta

Para su "normal desenvolvimiento", convendría que la Orquesta Sinfónica Nacional ensaye habitualmente en su sala de concierto. Para ello sería necesario reglamentar su estatus de Orquesta Residente, formulado en la Resolución 877/22 MC. Un boceto de reglamentación se encuentra aquí.

    Es consabido que los músicos profesionales no practican con un instrumento mediocre para pasarse recién para el ensayo general y el concierto a su preciado instrumento de autor.
    Más bien, cada músico instrumentista posee uno o varios instrumentos de gran calidad. Lo(s) ama, lo(s) cuida y lo(s) usa siempre, profundizando la ‘relación’ con ello(s) mediante incontables ejercicios, sondeos y experimentaciones, para presentar finalmente al público los más sofisticados y asombrosos resultados artísticos de esta unión amorosa.

    Siguiendo el mismo concepto cultural-artístico, una orquesta de envergadura debería ensayar habitualmente en su legítima sala de conciertos, ya que el íntimo conocimiento de sus características acústicas y las maneras de aprovecharlas son posibles tan sólo a través de una intensa y permanente práctica, con todo el repertorio y en todas las etapas del aprendizaje.

    Muchas ‘casas sinfónicas’ de renombre ni siquiera poseen una sala de ensayos aparte. Sus “orquestas residentes” suelen ensayar en la sala de conciertos, en los horarios de su régimen laboral, que deja margen suficiente para que los artistas que participan en otras actividades de la muy nutrida agenda cultural tengan oportunidad de probar la sala. Lo más habitual es que las orquestas residentes ocupen la sala a la mañana hasta mediodía, mientras los otros usuarios la usan en horarios de la tarde y noche, según la agenda de conciertos, planificada por lo menos con un año de anticipación.

    Actualmente (a fines de la temporada 2022), en disonancia con esta práctica internacional, las autoridades del CCK ceden la Ballena (el Auditorio Nacional, antes también llamado muy acertadamente la “Sala Sinfónica”) a su orquesta natural y oficialmente residente –la Orquesta Sinfónica Nacional– sólo para los ensayos generales y los conciertos, en raras ocasiones también para ensayos pre-generales. Esa limitación rige incluso cuando la Ballena ni siquiera está ocupada por el personal de otras producciones.

    El CCK, en contraste con otros centros culturales internacionales, sí tiene una sala de ensayo para orquestas en el tercer subsuelo.
    El proyecto de la obra previó en su momento para ella un sofisticado condicionamiento acústico. Dicho planteo tecnológico no se realizó del todo. En la condición en la que se encuentra el recinto cuando esto se escribe, ofrece un diseño de las gradas similar al del escenario de la Ballena, pero su acústica se sobresatura fácilmente con la mayoría de los orgánicos del repertorio sinfónico, lo que entorpece sensiblemente el aprendizaje de las obras programadas, poniendo en riesgo además la salud auditiva de los profesores músicos.

    Echemos un breve vistazo a la historia del compromiso de la Sinfónica Nacional con el Auditorio Nacional en el CCK:

    La Sinfónica Nacional fue fundada en 1948. Durante 67 años, el Estado Nacional quedó en falta con ella al no proveerla de una sala propia de conciertos.
    Apenas surgida la idea de convertir el antiguo Palacio de Correos y Telecomunicaciones en un Centro Cultural Nacional (“del Bicentenario”), la Sinfónica acompañó el proyecto con consideraciones y sugerencias [nota 1, 2], una monografía viva sobre el desarrollo del proyecto en todas sus fases y aportes sustanciales para la planificación del área musical, culminando en el diseño arquitectónico del escenario de la Ballena y del relieve del piso de la sala de ensayo en el tercer subsuelo.
    En diciembre del 2011, cercano al cumpleaños 63 de la Sinfónica, los representantes del Estado Nacional tuvieron la amabilidad de auspiciar el pre-estreno de un documental sobre la orquesta en el hall de entrada del Correo, acondicionándolo especialmente –aún en medio del tumulto de la construcción– para este evento.
    El 12 de mayo de 2015 hubo una especie de bautismo sonoro de la sala ante la Presidenta de la Nación y, finalmente, la proclamación por parte de la Presidencia de la Nación y el Ministerio de Planificación, de que la Ballena sería la sede oficial de la Orquesta Sinfónica Nacional. La misma inauguró la Ballena el 24 de mayo del 2015 con un concierto sinfónico en el que se entonó a medianoche el Himno Nacional, transmitido en vivo por televisión en todo el país. [blog nota (resumen)]
    La prensa difundió la arriba mencionada proclamación [1, 2] y siguió hablando desde entonces en las críticas musicales de la Sinfónica Nacional en su Sede, el Auditorio Nacional.
    Lamentablemente, en los siguientes siete años, tal promesa presidencial no llegó a reflejarse en la documentación oficial. Recién el 13 de junio del 2022, el Ministro de Cultura sentó con las respectivas Resoluciones las bases para consolidar a la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto" y el Coro Polifónico Nacional como organismos residentes en el CCK [1, 2, 3]. Falta su reglamentación.

    Volviendo al estado de las cosas a la fecha xx de noviembre 2022:

    Los integrantes de la Sinfónica trabajamos durante dos tercios de nuestras jornadas laborales en una sala de acústica e iluminación insuficiente y, por tanto, insalubre. Incluso en la Ballena trabajamos con una iluminación insuficiente, aunque las instalaciones alcanzarían para aumentar luminarias hasta un grado aceptable. También es penosa la falta de vestuarios (salones de precalentamiento y estudios) equipados con muebles funcionales (lockers personalizados, sillas, mesas y atriles). Los arquitectos del proyecto previeron para esta función los salones del primer piso alrededor de la Ballena. Las autoridades del CCK nos los dan sólo para las jornadas en la Ballena y, en general, disfuncionalmente equipados.

    Sobre los motivos de tales disposiciones sabemos algunos detalles, sobre otros tan sólo podemos especular:
    Compañeros del sindicato, trabajadores de la parte técnica del CCK, informan que falta personal técnico para aprovechar plenamente la infraestructura. Suena grotesco, pero en días de semana –entre otros posibles motivos– no habilitan la Ballena para la Sinfónica porque cuando arrancamos a la mañana, no hay técnico disponible para prender la luz.
    El condicionamiento de la sala de ensayos quedó a medio camino respecto de su planificación original, supuestamente por falta de presupuesto o quizás por la inauguración algo apresurada del CCK en 2015.
    También alegan falta de presupuesto para renovar artefactos lumínicos gastados de la Ballena. Entonces dan ‘media luz’ para cuidar las bombitas y alargar así su vida útil. Obviamente, desde el punto de vista gremial tendría más sentido gastar más bombitas y cuidar a los trabajadores, alargando así su vida útil (leer la música sobre atriles mal iluminados genera un estrés colosal, por cansar la vista y provocar pifiadas evitables).
    Luego, parece haber un concepto de reservar los mencionados salones del primer piso durante todo el día para el personal que actúa de noche (o en fechas cercanas) en la Ballena. Eso es un derroche. El uso de los habitáculos tiene que ser administrado con más criterio: los organismos residentes del Estado Nacional deberían entrar en sus horarios reglamentarios de trabajo, los demás en los horarios restantes. Entonces, los profesores músicos, directores incluidos, no tendrían por qué deambular en los intervalos de los ensayos por los pasillos, como extraviados fantasmas de la ópera…
    Del todo incomprensible es el trato a la parte técnico-administrativa de los elencos. Lo respectivos trabajadores pasan sus jornadas en habitáculos subterráneos mal ventilados o directamente en los pasillos, a modo de campamento de guerra, sentados sobre cajas de utilería y sin la comunicación de radio que sólo los técnicos del CCK manejan.
    La programación del CCK y la programación de los elencos nacionales residentes, finalmente, están lejos de funcionar de acuerdo a una planificación coordinada, que sería la más lógica expresión de un proyecto artístico-cultural integral de un Estado.

    La Orquesta Sinfónica Nacional es el organismo artístico estable del Estado con la mayor cantidad de integrantes, el mayor volumen de repertorio y probablemente con la mayor afluencia de público; ofrece al público un promedio de 30 producciones diferentes por año, con la nueva obligación de competir con las mejores orquestas del mundo en Internet… y la patronal no logra coordinar satisfactoriamente la infraestructura estatal existente con los organismos estatales existentes.

    Parece que una remodelación de las salas de ensayo (la ya mencionada del tercer subsuelo y también la que utilizan la Filiberto y el Polifónico, en el segundo subsuelo), con mejoras acústicas, lumínicas y hasta climáticas, está en ciernes. Igual, habría muchas razones para pedir a las autoridades un uso más habitual de la Ballena y la asignación de vestuarios y oficinas afines con las necesidades de los organismos.





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